Netanyahu, en función de primer ministro, ya hace mucho tiempo que encajonó sus ínfulas guerreras que tanto caracterizaron las campañas electorales. En su tiempo, estas aguerridas declaraciones solo cumplieron la función de treta para movilizar a su favor electores sedientos de hacer sufrir enemigos.
Los resultados de la Segunda Guerra del Líbano en julio de 2006, los operativos en Gaza, Plomo Fundido en diciembre de 2008, Pilar Defensivo en noviembre de 2012 y Margen Protector en julio de 2014, les fueron muy determinantes para arribar a dos conclusiones. En primer lugar, victorias contundentes en confrontaciones militares, como la Guerra de los 6 días de 1967, son prácticamente una ilusión que pasó a la historia. En segundo lugar, la sociedad israelí arribó a un nivel de vida que redujo significativamente su predisposición a prolongados y especialmente sangrientos sacrificios en guerras que se proponen justamente victorias contundentes.
No en vano, pese a los serios peligros que significa el equipamiento masivo de misiles de largo alcance y alta precisión en los enemigos del frente sur y norte, aun a sabiendas de una indudable supremacía militar israelí, Netanyahu invierte denodados esfuerzos en mantener una situación de statu quo basado en la disuasión mutua con Hamas en Gaza y Hesbollah en Líbano.
¿Cuál es la estrategia de Netanyahu frente a las amenazas de Irán, que él mismo las define como el mayor peligro para la existencia de Israel?

Desde principios de este siglo se conoce en occidente el plan de desarrollo nuclear iraní. A decir verdad, fue Netanyahu quien alertó intensiva y reiteradamente de sus peligros a nivel internacional. Gracias a su presión en Washington y en capitales europeas, estos países impusieron periódicas sanciones económicas. Ante la evidente ineficacia de estas medidas, Netanyahu y Ehud Barak (entonces ministro de defensa) ordenaron al ejército y los organismos de seguridad en el año 2010 prepararse para un ataque a Irán. La firme oposición del ejército y los organismos de seguridad impidió la concreción de este osado plan (“Netanyahu y Barak ordenaron prepararse para atacar a Irán”, Haaretz, 4-11-12).
En el año 2015 se firmó el denominado Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA por sus siglas en inglés) entre Irán y las 6 potencias mundiales. Según este documento, Irán se comprometía por un periodo de 15 años a congelar sus planes de desarrollo nuclear, salvo un nivel mínimo de enriquecimiento de uranio para usos civiles, y así también, permitir la visita de inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica (OEIA). Como contrapartida, las potencias le liberaban depósitos congelados como consecuencia de medidas económicas anteriores y abrían la posibilidad de nuevos y voluminosos negocios de empresas de occidente con la potencia persa.
Pese a todos los esfuerzos diplomáticos de Netanyahu en Europa y EEUU para impedir su aprobación, el acuerdo finalmente entró en vigencia. Hasta mayo de 2018 las inspecciones confirmaron la conducta iraní según las clausulas del acuerdo.
Todo cambió a favor de la posición de Netanyahu con la elección de Trump. En mayo de 2018 Trump anunció que su país se retiraba del acuerdo y, obedeciendo a la idéntica visión estratégica de Netanyahu, reestablecía las sanciones económicas a Irán. Trump y Netanyahu están convencido que disparar misiles cargados de severas sanciones económicas es mucho mas productivo que la amenaza de intervención militar. Cuanto más se presiona al liderazgo persa, éste finalmente caerá de rodillas por la presión popular a causa de la crisis económica que sobrevendrá.
Irán demandó de las potencias europeas continuar con la vigencia del acuerdo, pero estas optaron por tartamudear frente a las amenazas de Trump. Ante el incumplimiento del convenio por parte de EEUU y la falta de alternativas, Irán anunció en sucesivas oportunidades el retorno al plan de enriquecimiento de uranio y la puesta de nuevo en funcionamiento progresivo de las centrifugas oportunamente silenciadas.
Hoy está claro para todo el mundo que Netanyahu se metió en un callejón sin salida. Cuando Obama aprobó el acuerdo en 2015, Netanyahu basaba sus criticas en que no se incluyeron los mecanismos que aseguren al final de los 15 años que Irán no disponga de las condiciones para que en poco tiempo pueda arribar a la posibilidad de producir su primera bomba atómica. Hoy, después de la osada decisión del servilismo estadounidense, los excelentes sistemas de inteligencia e información de los servicios de seguridad de Israel aseguran que Irán podría tener su primera bomba atómica en menos de un año (“Inteligencia israelí: Irán podría tener la bomba atómica en menos de un año”, Aurora, 8-11-19). Conclusión: la presión de Netanyahu a Trump logró adelantar el peligro de la bomba iraní en 12 años.
Pero las complicaciones de Netanyahu e Israel no finalizan con la renovada carrera hacia un amplio y sofisticado desarrollo del potencial nuclear iraní como consecuencia de la ruptura del pacto nuclear por parte de Trump. Como lo señalan los mas prestigiosos analistas de estrategia militar de la región, retrospectivamente se comprueba que Netanyahu apostó al caballo equivocado cuando puso todas las fichas en el casillero de Trump. Hoy quedó demostrado que EEUU en Medio Oriente se convirtió en un tigre de papel cuyo significado para Israel es quedarse prácticamente huérfano de todo apoyo internacional significativo en su conflicto con Irán.
La traición estadounidense a sus tradicionales aliados kurdos en Siria, seguido de las vacilaciones e indecisiones de Trump frente a las audacia, arrojo y sofisticación tecnológica que demostraron los ataques adjudicados a las fuerzas iraníes en la región (derribo de avión estadounidense no tripulado, explosiones en busques tanques sauditas y, finalmente, el complejo y elegante ataque a las refinerías sauditas) convencieron a los expertos israelíes que Trump no es un aliado confiable (“La visión de Netanyahu frente a Irán se desmoronó”, General Amiram Levin, Haaretz, 1-1-19, “Netanyahu apostó irresponsablemente”, Meir Chalev, Haaretz, 13-9-19, “Esperando a Qasem Soleimani”, Alon Ben David, Maariv, 8-11-19, “La retirada estadounidense de Siria”, General Giora Eiland, Maariv, 10-10-19).

También la famosa alianza de Israel con países árabes sunitas en contra de Irán, de la cual Netanyahu tanto se jactó, flota con mucha dificultad y comienza a hacer agua. Justamente en estos días se informó que “una larga lista de indicios está proyectando esfuerzos mutuos de Arabia Saudita e Irán destinados a mejorar la atmosfera de las relaciones mutuas, disipar la tensión entre ellos, y también, dialogar sobre las controversias” (Deshielo en la tensión entre Irán y Arabia Saudita”, Instituto de Estudios de Seguridad Nacional, Universidad de Tel Aviv, 3-11-2019).
A todo ello se le debe agregar la grave situación política interna de Israel que se asemeja mucho a una acefalia de gobierno estable que ya se acerca al año y no se visualizan perspectivas de una pronta solución.
Para describir la gravedad de la situación que se devino como consecuencia de la estrategia de Netanyahu, vale la pena prestar atención al General Kochavi, jefe del Estado Mayor del Ejército. Esta máxima autoridad militar de Israel organizó semanas atrás a una urgente conferencia de prensa con periodistas militares para alertar respecto del serio empeoramiento del balance estratégico a largo plazo de Israel y los inminentes peligros a que se expone la nación (“Conferencia de prensa del jefe del Estado Mayor de Israel”, Amos Yadlin, 24-1-19).
Durante los últimos años, Israel atacó en reiteradas oportunidades unidades de avanzada del ejército iraní que se establecieron en Siria. Según Alon Ben David, el conocido analista de seguridad del canal 13 y diario Maariv, “una parálisis general se apoderó de Israel en los últimos meses y ahora llega a los organismos de seguridad. La estrategia de Netanyahu frente a Irán, que en su totalidad se apoyó sobre quien se reveló como no confiable, se desmoronó. Ya de varias semanas atrás Israel esta esperando una represalia iraní. El general Qasem Soleimani (jefe del Estado Mayor del Ejercito iraní) es quien fija el orden del día en Israel” (“Esperando a Qasem Soleimani”, Alon Ben David, Maariv, 8-11-19).
Aun no hay definición quien será el próximo primer ministro de Israel, Netanyahu o Gantz. La pesada herencia de Netanyahu en el frente iraní la tendrá que soportar toda la sociedad israelí.
Ojalá me equivoque.
Daniel Kupervaser
Herzlya – Israel 18-11-2019
kupervaser.daniel@gmail.com
@KupervaserD
y sin embargo el pueblo lo vota y creo que Netanyahu seguira siendo primer ministro. En tu libro escribes, en la contratapa, Cada ciudadano de Israel debe preguntarse a si mismo: callarse como una oveja mas del rebaño popular o gritar.
Nadie se pregunta el poder de la fuerza, la soberbia y la religión han liquidado toda capacidad de critica o auto critica