El 4 de noviembre próximo se conmemoran en Israel los 25 años del asesinato de Yitzhak Rabin, primer ministro y promotor de un acuerdo histórico con los palestinos. La fecha de ese criminal acto también se convirtió en el inicio de un status quo en las relaciones palestino-israelíes. También ese statu quo cumple sus primeros 25 años con un futuro aparentemente muy tranquilo por delante.
El statu quo actual se lo puede describir en estos términos. Israel, como fuerza ocupante, ejerce su dominio prácticamente total sobre los territorios de Cisjordania y Gaza, en los cuales, tanto la Autoridad Palestina en Cisjordania como Hamas en Gaza, gozan de ciertos y limitados grados de libertad de acción. Israel mantiene el control absoluto de la seguridad, vigila todo movimiento de personas y mercancías en sus límites, controla el registro de la población, la moneda corriente es la israelí y se permite colonizar territorios de Cisjordania con población israelí. El campo operativo de los palestinos se concentra, principalmente, en aspectos internos: educación, salud, economía, infraestructura (solo con anuencia israelí), orden civil, mientras que en materia relaciones exteriores su campo de acción está muy limitado.

Mientras que los dos balazos de Igal Amir truncaron la vida de Rabin y paralizaron el proceso iniciado en Oslo, las bases del acuerdo que lleva ese nombre se convirtieron en un sólido marco de un equilibrio que, con el correr del tiempo, demostró su solidez e inamovilidad pese a los serios embates destinados a hacerlo desaparecer. Estos intentos se originaron tanto en los que se escudan detrás de posiciones “palomas”, como de aquellos contrincantes, los “halcones”. En este marco vale la pena acentuar las propuestas de concesiones y compromisos territoriales de los gobiernos de Barak y Olmert, aquellas del presidente Clinton con su marco de un acuerdo de paz, el proyecto de desconexión de Ariel Sharon, la iniciativa de dialogo de Obama. Por último, cabe mencionar el fallido proyecto de anexión de Netanyahu y el plan del siglo de Trump que públicamente es rechazado por los palestinos, mientras que Israel solo por su conveniencia, quiere adoptar un solo inciso: la imposición de soberanía israelí en el territorio de las colonias en Cisjordania. Ninguno de ellos logró modificar básicamente las relaciones que quedaron consolidadas en el acuerdo de Oslo de Rabin y Arafat.
Es interesante observar cómo cada parte se aferra a sus ventajas y derechos, a la par que trata de desvirtuar la contraparte. Pero la realidad demuestra que ninguno de los dos esta dispuesto, por el momento, a asumir la responsabilidad de la ruptura de ese statu quo.
El reciente acuerdo de normalización de relaciones entre los Emiratos Árabes Unidos e Israel, como lo fueron los acuerdos anteriores con Egipto y Jordania, demuestra claramente que ese acatamiento al statu quo no es propio únicamente a las partes del conflicto. Esa visión que momentáneamente justifica la presencia de Israel como fuerza ocupante en territorios que el mundo destina a los palestinos se consolidó en prácticamente todas las naciones del mundo. Pese a la incomodidad política que ello significa, exhiben su predisposición a convivir con un Israel que se conduce bajo una soberanía de facto en esos territorios, pero de ninguna están dispuestos a aceptar que se convierta en soberana de jure. La anexión, el destierro o desalojo por la fuerza de nativos del lugar, lo consideran casus belli y de ahí la condición sine qua non de olvidarse de la anexión en Cisjordania que los emiratos impusieron en el reciente acuerdo de normalización.
Que nadie se sorprenda si en futuras votaciones de mociones de censura a Israel en ONU o UNESCO, por su accionar en Cisjordania, o que nieguen derechos de soberanía israelí sobre ese territorio incluyendo Jerusalén Oriental, seamos testigos del apoyo a esas iniciativas por parte de los Emiratos Árabes Unidos y otros países que mantienen relaciones normales con Israel. No es antisemitismo, es realpolitik.
Tres circunstancias históricas podrían romper esta larga vida del statu quo. Las dos primeras pueden conducir de forma inmediata a la configuración de todo el territorio de Israel y Cisjordania en un estado binacional bajo soberanía israelí. En el primer caso se trata de la posible decisión de los palestinos de preferir luchar por igualdad ciudadana en el marco de un estado binacional bajo soberanía israelí. Para el caso, basta la disolución por iniciativa propia de la Autoridad Palestina y la cesión del armamento y control de la administración a Israel.
El segundo caso seria el resultado de iniciativa israelí de imponer unilateralmente soberanía israelí sobre territorio de Cisjordania dejando a la Autoridad Palestina sin alternativa mas que disolverse.
La tercera, y tal vez la más próxima en el tiempo, es la posibilidad que la Corte Penal Internacional de La Haya decida en los próximos meses que tiene jurisdicción y motivos y, por lo tanto, lleve a juicio a líderes y altos oficiales del ejército de Israel por haber cometido delitos de guerra en los territorios ocupados en desde 1967. Pese al intento oficial israelí de proyectar una persecución intencional a soldados que defendieron a Israel, muy probablemente no se toque este tema. Lo mas probable, y el lado débil de la posición israelí, es el masivo proyecto de colonización civil judía en los territorios conquistados que representa una clara transgresión y un delito de guerra según convenios internacionales que rigen la conducta de países en posición de fuerza ocupante. La participación de los distintos gobiernos de Israel y de altos oficiales del ejército en este proyecto es indiscutible.
Las consecuencias de este dramático devenir son impredecibles. Israel, con seguridad, intentará aferrarse al tradicional servilismo de la administración estadounidense para recibir defensa y proyectar amenazas con drásticas medidas a aquellos países que osen tomar posición en contra de Israel. Si bajo estas condiciones los países del mundo se ven en la necesidad de continuar obedeciendo el statu quo de soberanía de facto israelí sobre Cisjordania, entonces, en la práctica, Israel pasaría a ser considerado un estado impune.
Ojalá me equivoque.
Daniel Kupervaser
Herzlya – Israel 29-8-2020
kupervaser.daniel@gmail.com@KupervaserD
Bien analizado pero dudo que alguien piense en verdad en la posibilidad de un estado ni nacional
Hace muchos años pienso que los dirigentes palestinos están bien con el status quo y si bien Abu Mazen amenaza con luchar por igualdad ciudadana, es un hecho que no lo hace. Deberemos esperar la próxima generación de dirigentes. Como sea deberiamos ver que pasó y que pasa en un país como Sudáfrica y las diferencias socioeconomicas. O la historia de Sudan y la creación del ultimo estado, Sudan del Sur.
Yo creo que con la relación con los Emiratos y futuros países árabes como Bahrein, Oman, Sudan y probablemente Arabia Saudita, se termina el VETO de la Autoridad Palestina sobre los países árabes para tener relaciones con Israel, por eso lo perciben como una traición y se sienten con menos apoyo ya que el enemigo común de esos países árabes es Irán.
Esto pudiera permitir a la Autoridad Palestina sentarse a conversar con Israel mas pronto.