“Él tiene miedo, ¡y yo también!”
De “Él está Tranquilo” de Mahamud Darwish (1941-2008).
Como lo afirman la mayoría de los analistas de estrategia en Medio Oriente, no hay que dejarse engañar por las apariencias, medios informativos al servicio o voceros oficiales. Es verdad, si el ataque misterioso que concluyó con el asesinato del científico iraní Mohsen Fakhrizadeh, el denominado padre de la bomba atómica iraní, se debe adjudicar al accionar del Mossad israelí, se está frente a una nueva demostración de la única e inusitada capacidad operativa de estos servicios secretos. Pero que nadie tenga la menor duda, tal como ocurrió en operativos similares y en distintos frentes, nadie es irreemplazable en este mundo. El programa de desarrollo nuclear iraní muy probablemente continúe avanzando por su camino. Más aún, ya se escuchan insinuaciones que la respuesta iraní se concentrará en incrementar el ritmo y/o niveles de enriquecimiento de uranio.

La experiencia de los últimos años revela claramente que Israel dispone de una significativa supremacía militar frente a sus enemigos, y gracias a ello, logró acumular brillantes victorias tácticas. Sorprendentemente, estos triunfos puntualizados crearon situaciones por las cuales Israel se siente imposibilitado de materializarlos en logros estratégicos a largo plazo. El prestigio de victorias determinantes y concluyentes, como lo fue la guerra de los 6 días, lentamente dio paso a acuerdos de ceses de fuego bajo concesiones y equilibrios condicionados.
Dos frentes con larga experiencia ya lo demuestran.
En el frente sur, con la mira a Hamas, Israel llevó a cabo varios operativos militares que, en palabras del liderazgo israelí, le dieron una formidable e inolvidable paliza a los lideres de Gaza para que escarmienten y aprendan la lección. Los recurrentes resultados fueron funestos. No solo que Israel sufrió un elevado costo con cientos de víctimas mortales y enormes daños materiales, sino que nada cambió la situación básica de las continuas amenazas de ataques y provocaciones con lanzamientos de misiles de Gaza todo tiempo que Israel no cede a las exigencias de Hamas. Todo altercado periódico retorna a la normalidad con una simbólica represalia israelí y dólares de Qatar distribuidos en Gaza.
Israel dispone de la fuerza y los medios para eliminar el liderazgo de Hamas en Gaza, aun con significativo costo de pérdidas humanas y materiales, pero solo sería posible bajo una condición. Como nadie con la suficiente fuerza de imponer orden está dispuesto a reemplazar a Hamas, Israel tendría que tomar la responsabilidad de la vida de casi 2 millones de palestinos en Gaza, devenir inadmisible para el Estado Judío. Bajo esta constelación y condiciones, se consolidó un equilibrio estratégico basado en una disuasión mutua ente Israel y Hamas.
Situación similar, aunque motivada por condiciones diferentes, se consolidó en el frente norte con la mira puesta sobre Hesbollah. Durante la segunda guerra del Líbano, por más que Hesbollah sufrió la dura mano del ejército israelí, esta organización demostró la capacidad de asestar a Israel duros golpes con muchas victimas humanas y daños materiales. Hoy en día analistas militares coinciden en describir el enorme poder destructivo del arsenal que Hesbollah acumuló los últimos años listo para atacar a Israel (“La verdadera amenaza a la seguridad de Israel: el ejército no está preparado”, General Brik, Haaretz, 18-6-20). Bajo estas condiciones, en este frente, con muchas amenazas reciprocas, también se mantiene un delicado equilibrio basado en la disuasión mutua y no unilateral.
La amenaza iraní de destruir el Estado Judío junto al desarrollo de potencial nuclear autónomo, incentivaron al liderazgo israelí en la necesidad de adoptar iniciativas destinadas a disuadir de esos planes al régimen persa. En efecto, durante más de una década se le adjudica a Israel una serie de ataques misteriosos destinados a sabotear el plan nuclear iraní, tanto por medio del asesinato de personal involucrado, ataques cibernéticos y en enigmáticas explosiones en instalaciones. Más aún, en una oportunidad Netanyahu y Ehud Barak, entonces ministro de defensa, dieron orden a las fuerzas de seguridad a prepararse para un ataque directo a las instalaciones nucleares de Irán. La férrea oposición del alto comando del ejército de ese momento (General Ashkenazy) y del jefe del Mossad (Meir Dagan) diluyeron la iniciativa (“Netanyahu y Barak ordenaron prepararse para atacar Irán”, Haretz, 4-11-2012)
A la conclusión de la ineficacia, por el momento, de un ataque de esta naturaleza también arribaron, según se informó en estos días, los asesores más cercanos de Trump, entre ellos el mismo Canciller Pompeo y el Comando Supremo del Ejército. El equipo argumentó que el costo es mucho mayor que el beneficio, y que es de suponer que la experiencia acumulada por Irán le permitirá recuperarse rápidamente. Según los medios informativos, esta posición llevó a Trump a desistir de esa idea (Trump Sought Options for Attacking Iran to Stop Its Growing Nuclear Program”, The New York Times, 16-11-2020).
Todo este trasfondo toma relevancia especial si se tiene en cuenta la próxima toma de mando de Biden con la expectativa de reavivar el acuerdo de 2015 (JCPOA) que limita el desarrollo nuclear iraní, desechado por Trump como consecuencia de la presión de Netanyahu.
La mayoría de los expertos en el tema, incluyendo aquellos con pasado militar, aseguran que, en toda constelación futura, Israel tendrá que convivir con un plan de desarrollo nuclear iraní. El objetivo principal se debe centrar en disuadirlos de orientarlo a usos militares, a sabiendas que en todo momento ésta será una opción exclusiva del liderazgo iraní. Expertos de diferentes organismos aseguran que Irán, también hoy, estaría en condiciones, si así lo decide la autoridad suprema, de equiparse con una bomba atómica en término de unos meses hasta dos años (“¿Cuán cerca está Irán de producir una bomba atómica?”, Haaretz, 29-11-20).
Mientras continúan los roces y escaramuzas entre Israel e Irán en el marco de una guerra tibia por el predominio hegemónico en la región, no sería del todo desatinado estimar que el futuro de las relaciones entre estos dos estados se enmarcará dentro de lo que se denomina un equilibrio de espanto. Uno asegura que no será el primero en introducir armamento atómico en Medio Oriente, pese a que medios informativos extranjeros aseguran que ya lo dispone y en cantidades, y el otro, que promete no dedicarse al tema, a sabiendas que dispone del material y tecnología y lograrlo es solo cuestión de decisión y de un corto tiempo.
Ojalá me equivoque
Daniel Kupervaser
Herzlya – Israel 29-11-2020
kupervaser.daniel@gmail.com
@KupervaserD
Dos procesos son irreversibles en el MO,la anexion a Israel de parte y quizas toda Cisjordania y el logro de energia nuclear por parte de Iran.Ambos procesos se dan sin prisa pero sin pausa.Que elemento disuasivo puede conseguir Israel es la gran incognita.