Los dos últimos años se convirtieron en un fiel reflejo de la compleja encrucijada política a la que arribó la sociedad israelí. Dos procesos eleccionarios se convirtieron en intentos fallidos al fracasar todas las negociaciones con el objetivo de alcanzar una mayoría parlamentaria que sostenga un gobierno estable. Si bien en la tercera tentativa se logró constituir un gobierno de coalición nacional, sus bases contradictorias y las rápidas disputas internas de sus componentes lograron poner rápidamente fin a su vida en no más de medio año. El 23 de marzo próximo se llama a la ciudadanía israelí por cuarta vez consecutiva a elecciones generales. ¿Esta cuarta será la vencida?
Las repetidas oportunidades que el sistema político israelí se dio la cabeza contra la pared fue el resultado necesario de la persistencia a lo largo de los tres procesos electorales de prácticamente la mismas configuraciones partidarias, plataformas políticas y listas de candidatos. Las recientes escisiones partidarias, los significativos cambios en la constelación internacional y la severa crisis económica y social que se hereda como consecuencia de la pandemia del Covid-19, necesariamente configuran una realidad en donde se perfila la posibilidad de cambios significativos en el futuro panorama político de Israel.

Setenta días antes de concurrir a las urnas, es una buena oportunidad para describir las tendencias que, aparentemente, prometen la posibilidad de esa imprescindible salida del estancamiento político.
Pese a los pocos meses transcurridos desde las últimas elecciones, el estruendoso fracaso del gobierno de coalición de Netanyahu y Gantz dejó grabadas profundas mellas en el mapa político israelí que, probablemente, se conviertan en los promotores de significativos cambios en el gobierno a formarse de las próximas elecciones. Prácticamente no hay partido y/o bloque político que no sufra o se beneficie de este fenómeno.
El cambio más significativo lo sufrió justamente el Likud, el partido de Netanyahu. Tras una larga trayectoria caracterizada por verticalidad y obediencia, muchas veces ciega, Gidon Saar, veterano y carismático líder del partido, dio un paso al costado formando su propio partido Hatikva Hahadasha (La Nueva Esperanza). Saar logra, por el momento, un importante apoyo justamente basado en el descontento interno del Likud por el estilo de liderazgo y la exagerada inclinación de Netanyahu en preferir intereses personales a los nacionales en la toma de decisiones. Los sondeos le otorgan la segunda posición detrás del Likud.
Pero la escisión de Saar no es el único problema que enfrenta Netanyahu. A diferencia de las elecciones anteriores, también en el marco de los partidos religiosos ultra ortodoxos se escuchan voces que no prometen lealtad incondicional de apoyar a Netanyahu en la próxima formación de gobierno, incluyendo la posibilidad de colaborar con Saar (“Rebelión en las filas ultra ortodoxas puede influir en el futuro bloque de Netanyahu”, Haaretz, 31-12-2020).
El golpe numérico más fuerte lo recibió Gantz. La denominada “traición política” y el “robo de votos” que se le adjudica cuando se acopló al gobierno de Netanyahu, en contraposición a sus promesas electorales, junto a una gestión desastrosa como “primer ministro alternativo”, llevan a su partido, probablemente, a sucumbir buscando salvavidas personal de último momento en alguna otra lista del centro o derecha del mapa político israelí.
El fracaso de Netanyahu en su enfrentamiento con la propagación del Covid 19, junto a la manifiesta inoperancia de Gantz, lo aprovechó Bennet, líder del partido Yemina (Derecha) quien, sobre la base de los últimos sondeos, se perfila como otro factor clave en la formación del próximo gobierno. Esta misma realidad es la que creó las condiciones para que el Intendente de Tel Aviv, Ron Huldai, se lanzara a la arena política creando en nuevo partido (Los israelíes) que trata de cosechar los electores decepcionados de Gantz.
Por su parte, el bloque de partidos representados en la Lista Árabe Unida se perfila con una significativa perdida de potencial electoral, probablemente, como consecuencia del intenso flirteo que Netanyahu lleva a cabo con algunos lideres de ese grupo étnico israelí. Los que hasta ayer fueron catalogados por Netanyahu como promotores del terror y la destrucción de Israel, hoy Netanyahu los abraza y les otorga el certificado Kosher.
La tabla siguiente expone los resultados de los últimos sondeos de intención de voto, 70 días antes de las elecciones. A los efectos de evaluar las posibles coaliciones gubernamentales futuras, los partidos fueron agrupados en bloques según la posición declarada por cada uno respecto del punto más importante de estas elecciones: “Solo Bibi” o “No Bibi”.

La conclusión mas importante es que, de conformarse estos resultados, pese a no ser el partido mayoritario, Saar podría quedarse con la llave de formación de futuro gobierno en sus manos. Por primera vez en una década sería posible desalojar a Netanyahu de su residencia oficial en la calle Balfour de Jerusalén. Esta clara intención quedó demostrada estos días con la firma del acuerdo entre Saar y Bennet que permite aprovechar votos sobrantes dejando huérfano al Likud con todo el peligro de pérdida de votos que eso representa para Netanyahu (“Saar y Bennet firmaron acuerdo de votos sobrantes y dejan al Likud sin acuerdo”, Haaretz, 4-1-21).
Como primera alternativa y cumpliendo su promesa de no formar gobierno con Bibi, una coalición posible de los bloques que se declaran “No Bibi” obtendría una cómoda mayoría de más de 61 bancas en la Knesset, todo ello sin contar con el posible apoyo del bloque tan despreciado de la izquierda. Una coalición con esta composición seria relativamente homogénea en todo lo relacionado a políticas sociales y económicas, aunque relativamente controversial respecto del conflicto palestino-israelí.
Como segunda alternativa, se podría pensar en una coalición del bloque de derecha- No Bibi aliado a un Netanyahu, mucho más debilitado, y sin los partidos ultra ortodoxos. La experiencia de la coalición con Gantz con seguridad convenció a Saar de los peligros de todo acuerdo con Netanyahu.
De todas maneras, los sondeos hasta la fecha nos pronostican un futuro bastante pesimista para Netanyahu en sus pretensiones de continuar como King of Israel. Eso de ninguna manera implica optimismo en el frente más importante para el futuro de Israel; el conflicto con los palestinos. Israel como estado binacional judío-palestino continuará avanzando.
Ojalá me equivoque
Daniel Kupervaser
Herzlya – Israel 09-1-2021
kupervaser.daniel@gmail.com
@KupervaserD