Pocos calificativos son capaces de desatar arduas y feroces polémicas en el marco de la sociedad israelí o judío universal como lo es catalogar el orden social y político impuesto en Israel como Apartheid. Un buen ejemplo surgió recientemente como consecuencia de la última campaña mediática de Betzelem, organización israelí de defensa de derechos humanos cuya principal actividad se enfoca en denunciar lo que considera atropellos del ejército israelí hacia la población palestina en territorios ocupados.
En un amplio y orquestado operativo en medios locales e internacionales, en esta oportunidad la organización acusó que, “en todo el territorio bajo control de Israel – entre el Mediterráneo y el Rio Jordán – predomina un orden que se ocupa de establecer y promocionar la supremacía de un colectivo de personas -judíos – sobre otro colectivo -palestinos. Este orden tiene una denominación; Apartheid, en contra de lo que tendría que ser la norma de un estado democrático que administra un territorio bajo dominación temporaria” (Pagina Web de Betzelem).

Ante la posibilidad que Hagai Elad, director general de Betzelem, ofrezca una conferencia ante alumnos de una escuela secundaria en Haifa, Yoav Galant, Ministro de Educación de Israel y general retirado del ejército, ordenó días atrás la prohibición de tal acto. A tal efecto detalló su posición con las siguientes palabras: “la prohibición de entrada a escuelas está dirigida a organizaciones que operan en contradicción a los objetivos de la educación oficial, en especial el hecho de etiquetar a Israel con falsas ofensas o expresiones en contra del Estado de Israel judío, sionista y democrático. No permitiremos el ingreso a colegios de organizaciones que catalogan al Estado de Israel “Estado Apartheid” (“Galant ordenó la cancelación de la charla del director de Betzelem”, Walla, 17-1-21).
Si se analiza objetivamente, ninguno de los dos puede justificar que es dueño de la verdad, toda la verdad y la única verdad. Las afirmaciones de ambos tienen ciertos aspectos veraces y otros que distan de la realidad. A los efectos de confrontar las afirmaciones de Elad y Galant con la realidad, debemos ayudarnos de tres definiciones básicas: democracia igualitaria, democracia discriminatoria y Apartheid.
Democracia igualitaria: Sería muy lógico referirnos a una democracia igualitaria si nos aferramos a los principios básicos de la Declaración de Independencia de Israel. “El Estado de Israel promoverá el desarrollo del país para el beneficio de todos sus habitantes, estará basado en los principios de libertad, justicia y paz, y asegurará la completa igualdad de derechos políticos y sociales de todos sus habitantes sin diferencia de credo, raza o sexo”.
Democracia discriminatoria: Se trata de un estado con un sistema legal de una democracia igualitaria, pero que en su materialización se cometen repetidamente muchos actos de segregación de distintos sectores poblacionales. El orden de prioridades en el accionar diario necesariamente deja de lado permanentemente a sectores que margina y pone en tela de juicio esa etiqueta de democracia igualitaria.
Apartheid: Se habla de un estado que impone en un determinado territorio un orden legal básico que diferencia derechos y obligaciones según pertenencia étnica de grupos de sus habitantes y cuyo objetivo es la máxima separación entre el grupo étnico que mantiene la supremacía y el o los dominados.
Israel es una democracia en el territorio reconocido como limite internacional hasta la guerra de 1967 y en las alturas del Golán. Es una democracia y no un orden Apartheid pues todos sus habitantes están sometidos a los mismos derechos y obligaciones, aunque no es igualitaria y sí discriminatoria pues diferentes estratos son permanentemente segregados. El caso más significativo y a la vista de todos es la discriminación de la población árabe israelí. La distribución de presupuestos, el apoyo a la construcción de nuevos centros poblacionales, vías de transporte, educación, fuentes de trabajo, no son mas que una larga lista de expresiones del atraso en el desarrollo de las condiciones de vida de la población árabe israelí como consecuencia de las políticas de los distintos gobiernos israelíes. El mismo Netanyahu, ahora que flirtea para pescar un poco de votos en esta población, reconoció la urgente necesidad de corregir una larga historia de una profunda y prolongada desidia.
Pero tampoco hay que dejar de lado la segregación entre judíos que se expresa en el trato que reciben ciertos sectores minoritarios como los inmigrantes de etíopes, rusos o las contradicciones entre grandes centros urbanos desarrollados y aquellos periféricos.
Israel no solo domina el territorio donde se la puede catalogar de democracia, sino también Cisjordania. En Jerusalén Oriental estableció soberanía israelí y en el resto, niveles diferentes de dominio militar. La convivencia en este territorio de población nativa bajo régimen militar junto a un descomunal proyecto de colonización civil judía dio lugar al surgimiento de un orden legal que mayoritariamente cumple con la definición básica de Apartheid.
Días atrás ocurrió un severo incidente que expone con toda su crudeza el orden de Apartheid que caracteriza esta región. Durante una violenta manifestación de colonos judíos en una zona de Cisjordania, uno de los manifestantes atacó a puñetazos al jefe de una unidad elite del ejército de Israel con grado de teniente coronel. Si el atacante hubiese sido un palestino, como ocurre repetidamente en situaciones similares, seguramente el atacante hubiese terminado con un par de balas en la cabeza y el oficial israelí condecorado y alabado por su valentía. Pero fue un judío el agresor. ¿Cómo terminó? Al pobre oficial no le quedó mas remedio que retener al atacante, esperar que venga la policía y presentar una denuncia que seguramente terminará en la nada (“El jefe de la unidad Golani fue atacado al lado de Kdumim”, Maariv, 10-1-21). El futuro asenso del oficial muy probablemente quede archivado.
A que se debe semejante situación. A que, en territorio de Cisjordania bajo dominio israelí, palestinos están bajo la ley militar, en tanto que a los judíos que conviven en el mismo territorio permanentemente les agregan leyes que los liberan del orden militar y le permiten protegerse bajo régimen civil israelí. Un orden legal para judíos y otro para palestinos.
Situación mucho más absurda se vive en Jerusalén Oriental. Pese a tratarse de territorio bajo soberanía israelí, mas de 300 mil palestinos nativos del lugar no [D1] tienen derecho a voto pese a ser considerados parte de la población israelí. Por supuesto que colonos judíos de Jerusalén Oriental, como todo judío, tiene su derecho a voto en Israel.
Conclusión: Israel es solo una democracia dentro de los limites hasta 1967 y en el Golán, pero no una democracia igualitaria sino una democracia que discrimina. En territorio de Cisjordania, y solo en ese territorio, como consecuencia de la colonización civil judía, Israel impone un orden de Apartheid.
Advertencia: La reciente ley Estado-Nación Judío muy fácilmente puede convertir a todo el Estado de Israel en un Estado Apartheid si dan lugar a muchas iniciativas que quieren convertirla en sostén de reglamentaciones que justifiquen discriminaciones a población israelí no judía.
Ojalá me equivoque
Daniel Kupervaser
Herzlya – Israel 22-1-2021
kupervaser.daniel@gmail.com
@KupervaserD
Esa es la realidad y está muy bien explicado y el futuro solo promete ser peor, lo vemos con la cantidad de mensajes a favor de Trump.
Mi impresión, absolutamente personal, es que a la mayoria de los judios no le preocupa esta situación donde se pisotean valores universales de derechos humanos, donde grandes partes de la población judia tambien es discriminada, por ser mujer, por no ser ortodoxo, por tener ideas contrarias al gobierno. Galant, un general al mando del ministerio de educación no puede garantizarnos que la curiosidad, raiz del desarrollo y crecimiento, pueda tener lugar en una educación verticalista tanto por formación militar e ideologica por formación cultural. Esa es la verdadera Israel que la propaganda le pone etiqueta BIBI a los logros que no son de el