A largo plazo, la imagen que proyectan imputados en un proceso judicial a las sociedades que los circundan es mucho más significativa que las sentencias del juzgado y las penas impuestas a los convictos. Esta singularidad se convierte en un aspecto crítico cuando la conducta de un estado es la que se encuentra en el banco de los acusados.
Como se anunció días atrás, los jueces de la Corte Penal Internacional de la Haya (ICC por sus siglas en inglés) autorizaron a Fatou Bensouda, Fiscal General de la Corte, a iniciar un proceso de investigación y posible enjuiciamiento por presuntos delitos de guerra cometidos por Israel y Hamas. El proceso se centrará en el operativo Margen Protector de 2014, en las represiones en la frontera Gaza-Israel de 2018, como así también, en los presuntos delitos cometidos por Israel en Jerusalén Oriental y Cisjordania como consecuencia de la masiva colonización civil judía en esa región desde su conquista en guerra y dominio militar a partir del año 1967.
La decisión del juzgado internacional de La Haya es solo el principio de un prolongado proceso judicial que Israel deberá enfrentar durante muchos años. En estos tiempos es prácticamente imposible predecir el desenlace jurídico definitivo. En contraste, la batalla mediática y sus colindantes secuelas en la captación de imágenes a nivel universal ya se percibe con toda su intensidad.
Del lado israelí las reacciones fueron enérgicas y generalmente cargadas de componentes emotivos, simbólicos, muy poco jurídicos y altamente contraproducentes con el consabido daño que esto implica a nivel imagen mediática universal.
En su feroz critica a la conducta de ICC, Netanyahu catalogó la decisión del tribunal como “absurda” “política” y cargada de “antisemitismo concentrado” (“Netanyahu en contra de ICC”, Israel Hayom, 6-2-21). Este mensaje basado en el conocido victimismo fue muy bien captado por sectores del judaísmo de la diáspora hasta que días más tarde, Yaakov Hagoel, presidente de la Organización Sionista Mundial, vinculó a la decisión de ICC contra Israel con el ataque a una escuela judía en Marsella (“OSM culpa al fallo de ICC por el ataque a escuela en Marsella”, Iton Gadol, 5-3-21).

Otra coartada muy típica de Israel ante criticas y acusaciones que le resulta difícil rebatir es apoyarse en la discriminación. Según este alibi, antes que ICC se ocupe de Israel, debería concentrarse en crímenes de guerra tales como las barbaries cometidas en Siria, Irak, Nigeria y demás.
El único argumento jurídico de Israel lo presentó Avichai Mandelblit, Fiscal General de Estado. Este funcionario aseguró que ICC carece de jurisdicción para investigar estos presuntos crímenes de guerra ya que el Estado de Israel es una democracia fuerte con un sistema legal independiente y profesional que examina, examinó y falló sobre presuntas y/o comprobadas violaciones de la ley en las situaciones detalladas por ICC y es plenamente capaz de abordarlo por sí solo.
El feroz ataque de Netanyahu al ICC no solo que no disuadió, sino que alentó al ICC continuar en su camino tal como lo manifiestan en un documento publicado especialmente en respuesta (“ICC le responde a Netanyahu”, Ynet, 16-2-21). La conducta de Netanyahu proyectó una imagen de Israel comparable a la de asociaciones mafiosas que se ocupan de amenazar a jueces. En charla telefónica con Biden, el nuevo presidente de USA, el primer ministro israelí le solicitó que mantenga en vigencia las sanciones personales de Trump contra la Fiscal Bensouda y otros funcionarios jerárquicos del alto tribunal (Netanyahu solicitó de Biden no cancelar las sanciones de Trump a ICC”, Walla, 24-2-21). Más aún, adjudicar contenido antisemita a toda crítica a Israel o decisión en contra de intereses de Israel necesariamente conlleva al ya conocido proceso de generalización y legitimación del antisemitismo. Si acusar o criticar a Israel por su conducta es antisemitismo, el antisemitismo es legítimo.
La defensa de Israel se apoya en un arma de doble filo al apuntar la existencia tragedias peores que no se investigan. Señalar que hay otros estados que cometen delitos más atroces, implícitamente significa reconocer que Israel comete delitos de guerra, tal vez no tan atroces. Si no se reconoce la existencia de delitos de guerra por parte de Israel, el pretexto es irrelevante.
El argumento de Mandlblit es el más serio y relevante, aunque es necesario señalar dos significativas deficiencias. En primer lugar, se trata de una observación procedural y no de fondo. Mas aún. Según las normas del proceso, en el próximo paso la Fiscal enviará a los presuntos acusados un detalle de los acontecimientos que la llevaron a tomar la decisión a los efectos que estos presenten sus reservas o excusas si su objetivo es cancelar el proceso.
El escenario que detalla Mandelblit tiene chances reales de convencer total o parcialmente al ICC de la inutilidad de continuar la acusación a Israel en todo lo referente a las acusaciones de haber cometido delitos de guerra durante el operativo Margen Protector y en los enfrentamientos en la frontera Israel-Gaza del año 2018. No así respecto de la colonización civil judía en Cisjordania, el tercer componente de la acusación a Israel. Aquí, da la impresión que Israel se quedó sin defensa.
La Corte Suprema de Israel evitó hasta la fecha, y en repetidas oportunidades, tomar posición respecto de la legitimidad o ilegitimidad según normas internacionales de colonias israelíes en Cisjordania, incluyendo Jerusalén Oriental, bajo el argumento que se trata de una temática política. En esta situación, y en base a las repetidas ocasiones que la gran mayoría de los países del mundo (con la excepción de USA durante la presidencia de Trump) manifestaron explícitamente que las colonias israelíes en Cisjordania representan una transgresión a las convenciones de guerra a las cuales Israel se incorporó, el ICC acentuó que el tema no es político (temática de negociaciones de las partes) y es juzgable en sus estrados.
No por casualidad, ante estas melodías que se escuchan de La Haya, Israel encajonó los proyectos de anexión y la demolición de la aldea beduina Jan al Ahmar en Cisjordania, pese a que esta ultima acción recibió respaldo de la Corte israelí.
El proceso que se abrió con la investigación del ICC, principalmente ante la controvertible reacción de Israel, sin duda se convertirá en otro elemento que arrimará leña al fuego en la profundización de la aversión hacia Israel y las diásporas judías en el mundo.
Ojalá me equivoque
Daniel Kupervaser
Herzlya – Israel 6-3-2021
kupervaser.daniel@gmail.com@KupervaserD