¿Alguien se acuerda en Israel de ese concepto denominado plataforma electoral de un partido político en vistas de un proceso eleccionario? Esas propuestas de carácter político, económico y social, enarboladas por los partidos en sus declaraciones de principios y descritas en sus programas de acción que prometen llevar adelante con su elección. ¿Recuerda el ciudadano medio los acalorados debates alrededor de la relación religión-estado, las políticas económicas, distribución del ingreso nacional, discriminación de minorías, conflicto con los palestinos, la amenaza iraní, el crecimiento económico, el centro y la periferia y otras tantas temáticas que centralizaban la discusión política israelí? Todo esto quedó para los libros de historia. El proselitismo moderno se caracteriza por los grandes esfuerzos mediáticos destinados a enaltecer la imagen personal del líder. Ya no se discute Likud frente Avoda o cualquier otro partido, tampoco izquierda o derecha, sino Netanyahu frente a Lapid, Saar, o Bennet.
Este devenir introdujo un nuevo elemento en la actitud de cada ciudadano frente a la urna. La elección de la boleta ya no necesariamente obedece a una identificación ideológica o programática con este partido o candidato, sino que sufre una gran influencia de aspectos tácticos en su votación. Muchos arriban a la conclusión, generalmente a último momento, que, ante el sistema parlamentario de Israel, agregar un voto a favor de un partido alejado ideológicamente puede llegar a ser mucho más práctico si se pretende evitar la victoria del candidato detestado.
Este aspecto influye en gran medida frente a multiplicidad de partidos de los cuales una parte importante bordea el límite mínimo de 4 bancas para entrar al parlamento. El voto a un partido que no llega al menos a 4 bancas, es un voto perdido. Los sondeos preliminares estiman la existencia de 4 a 5 listas con potencial eleccionario total cercano a las 20 bancas (Sionismo religioso, Azul y Blanco, Raam, Meretz y el Nuevo Partido Económico de Zelija) de los cuales alguna o algunas no llegarán al mínimo de 4 bancas. Bajo estas condiciones se hace muy difícil pronosticar los resultados de la próxima elección que se rigen en la identificación de bloques partidarios bajo la dicotomía: “solo Bibi” o “cualquiera menos Bibi”.

Sin que esta nominación represente una determinación del orden de probabilidad, en base a los sondeos de intención de voto publicados periódicamente los dos últimos meses no es difícil vaticinar que el futuro político de Israel deberá enfrentar una de las tres únicas posibilidades.
La primera posibilidad sería un gobierno “puro de derecha” tal como lo denomina Netanyahu, quien continuaría en función de primer ministro. Partidos participantes: Likud, partidos religiosos ultra ortodoxos, Sionismo religioso con el racismo Ben Gvir y el partido Yemina de Bennet. Esta coalición podría formar gobierno solo si logran conjuntamente al menos 61 bancas.
La segunda posibilidad sería un gobierno basado en una coalición de partidos bajo el lema “cualquiera menos Bibi” constituido por Saar, Bennet, Lapid, Gantz, Liberman, Avoda y tal vez uno más de la izquierda o desertores del bloque “solo Bibi” inclusive del Likud. La formalización de esta coalición, con seguridad, será una misión casi imposible dado las diferencias ideológicas de algunos de sus componentes y las batallas previstas entre los pretendientes a la función de primer ministro (Lapid, Saar y Bennet).
La tercera posibilidad sería el retorno al empate imposible de dirimir bajo negociaciones de los partidos, y consecuentemente un quinto llamado a elecciones, situación que la ciudadanía israelí ya experimentó poco tiempo atrás.
El factor decisivo y quien dispone de las llaves de la materialización de la formación de un gobierno “puro de derecha” o sobre la base de “cualquiera menos Bibi” es justamente Bennet. Este líder del partido Yemina fijó dos consignas básicas en su campaña electoral. “Llegó el momento de sustituir a Netanyahu en la función de primer ministro” y, “no voy a permitir que sea necesario llamar a nuevas elecciones por quinta vez”.
En otras palabras, si el bloque con la consigna de gobierno “puro de derecha” recibe 61 o más bancas, Netanyahu quedaría en manos de Bennet. Sin él, Bibi no puede formar gobierno. Bennet presionaría a Netanyahu para ser parte de la conducción central de este gobierno bajo la amenaza de apoyar un gobierno del bloque adversario “cualquiera menos Bibi”. La fallida experiencia de la conducta política infantil de Gantz enseñó a muchos que no se debe esperar demasiado de un acuerdo con Netanyahu que signifique reducir su posición, autoridad, y sobre todo imagen de él y de su familia.
Si el bloque del gobierno “puro de derecha” recibe menos de 61 bancas, la única posibilidad que resta de formar gobierno es por medio del bloque “cualquiera menos Netanyahu”. La materialización de esta opción persistirá bajo la amenaza de un desacuerdo entre Saar, Bennet y Lapid, y por lo tanto, un llamado a nuevas elecciones, aunque con la esperanza de ver a Netanyahu como político jubilado.
Dos semanas antes de las elecciones, los sondeos de intención de voto aun no vaticinan un desenlace claro de este rompecabezas. Que nadie se sorprenda de un nuevo y largo periodo de Netanyahu como primer ministro de un eterno gobierno de transición.
Ojalá me equivoque
Daniel Kupervaser
Herzlya – Israel 8-3-2021
kupervaser.daniel@gmail.com
@KupervaserD
En realidad para los que recordamos ces un rompe corazones.
Me pregunto si toda lmi vida viví equivocado pensando que el pueblo judío tenía otras características. Hasta que llegó un dirigente como Netanyahu que aprovechó las características del pueblo para su beneficio oerdonsl